Hasta los más nerds a veces tenemos citas, y como le pasa a la gente normal, también nos toca tener citas que decimos WTF? Estas son seis citas que salieron muy mal y que contribuyeron a mi miedo a salir.
6- Daniela

Comenzamos el listado con una cita que me dolió bastante y fue con Daniela. A esta chica la conocí mediante internet en 2017, simpática, bonita, con un estilo hippie que me recordaba un poco a Donna de That´s 70 Show; me agradaba la chica.
Las primeras pláticas por mensaje fueron muuuuy buenas, había muchísimo tema de conversación, realmente me sorprendía que estuviera consiguiendo tanta química con ella; los temas eran profundos, hablábamos mucho tiempo y mis comentarios eran muy atinados. Finalmente le dije que sería bueno vernos alguna vez y su respuesta fue: “Ya te estabas tardando”.
Así que tuvimos una cita, por su decisión fuimos a cenar unos tacos que a ella le gustaban y la noche fue buena, platicamos en persona tanto como en mensaje, temas profundos, de filosofía, esoterismo (algo que a ella le gustaba), de mi trabajo. Pasamos como tres horas platicando y nos despedimos con la clásica “Me la pasé muy bien, debemos repetirlo pronto”. Me fui contento.
¿Y por qué fue terrible? El resultado, pocos días después se muestra evasiva con mi intención de volverla a ver, poniendo siempre una excusa u otra. Finalmente me dice “Oye, me caíste súper bien, pero sí, la diferencia de edad es mucha”. Y es que sí, yo le sacaba unos 10 años de edad pero eso lo supo desde el comienzo, antes de salir la primera vez. Total trata de suavizar las cosas tanto como pudo pero ahí, en esa ocasión, terminan nuestras pláticas y nunca volví a verla o saber de ella.
Resultó una cita que, aunque en la cita en sí me fue bien, el resultado fue malo; no sé si no le habré gustado pero de verdad en el momento parecía que no le era indiferente. Pienso que lo platicó y la habrán desanimado por la edad, pero no es posible saberlo, sólo que forma parte de este artículo en el número seis.
5- Nora

Hace casi 10 años conocí a Nora, no recuerdo si fue por medio de Badoo, de Zoosk o por cual plataforma pero sí fue por internet. Era una chica linda, muy flaquita, que en aquel momento estudiaba medicina. Platicamos por msn Messenger algunos días y finalmente la invité a salir.
Yo tenía en aquel tiempo algunos meses de haber terminado con una novia y me sentía triste, había salido antes de ella con dos o tres chicas que lamentablemente no habían captado mi interés, pero Nora era diferente, ella sí me interesaba, me parecía bonita aunque, de ser honesto, tenía poco en común con su personalidad.
Aquella ocasión acordamos vernos para comer y fuimos a un lugar de sushi que ella recomendó. Ese día me pasó una ligera desgracia y es que hubo junta en mi trabajo, por lo que no pude salir a mi hora normal y acabé llegando tarde a dicha cita, claro que le avisé con tiempo. Acordamos que la recogería en la Alameda (de la ciudad en que vivo) y de ahí iríamos al restaurante de sushi.
Debido a que los tiempos no se nos acomodaron, la cita no fue muy larga, fuimos a ese lugar, comimos y platicamos un rato. No había realmente mucho en común y, la verdad, no recuerdo de qué platicamos. Al final ella tenía un compromiso (eso dijo) y después de comer nos despedimos.
En días siguientes seguimos platicando por el viejo msn y traté de invitarla a salir nuevamente pues, aunque no teníamos mucho en común, sí se me hacía bonita la chava; esta chica rechazó siempre cada invitación, siempre tenía algo que hacer por lo que ese día o ese fin de semana no iba a poder. El colmo fue una ocasión, que mentalmente me había puesto yo que sería la última, que me dijo “Hoy no tengo nada que hacer pero no pienso salir de mi casa”.
Aquella fue la última vez que le hablé, días después la chica me siguió mensajeando y yo comencé a responderle de forma más cortante, ya no le saqué plática, simplemente nos dejamos de hablar.
No sé qué ocurrió; si no le gusté entonces ¿por qué rayos me siguió hablando? ¿Se estaba haciendo la difícil? La verdad no pude saberlo y finalmente se cortó toda comunicación, pero algo bueno salió de eso y es que ese restaurante de sushi es el que hace el mejor sushi de esta ciudad, y hace no mucho llevé ahí a alguien muy especial que no estará nunca en una lista así como esta (actualización… eso ya terminó, snif, snif).
4- Ilse

Nuevamente estamos ante una chica que conocí por internet; a Ilse creo que la conocí en Badoo a finales de 2015, ella me dio Like y yo igual a ella, por lo que comenzamos a platicar.
La chica en sus fotos se me hacía bonita, muy blanquita (eso me gusta), también era… voluptuosa, cabello negro y largo, casi como Morticia de los Locos Adams; ella estaba un poquito joven, en aquel tiempo 23 años. Comenzamos a platicar y lo que más me gustó de ella fue que ella se denominaba pseudoescritora, tenía un Blog donde escribía algunos relatos y como yo en aquel momento estaba escribiendo los primeros capítulos de mi novela, El Programa GAMER, disponible en formato físico y digital a través de Amazon, con lo que eso creó un buen tema de conversación.
Platicábamos inicialmente de literatura, de mi novela, de sus relatos, había mucho clic, mucha química digital; ella hacía una serie de cuentos y yo se los interpreté atinadamente, a lo que ella respondió que era el primero en descubrir de lo que realmente trataban. Estuvimos así un tiempo e incluso ella comenzó a mandarme audios donde me decía “Hola guapísimo”.
Un día la invité a salir y ella estuvo de acuerdo, emocionado fui a lavar mi carro pues tengo la tradición de llevarlo a lavar cuando salgo con una chica por primera vez. Yo no había comido nada y como el plan era ir a comer al buffet de espadas, estaba guardando mi apetito. Estaba ahí, en el auto-lavado, muriéndome de hambre, cuando le pregunto que cómo estaba y me responde: “Súper bien, pero mi madre no”. Según recuerdo su mamá se había caído y tuvo que llevarla al hospital. Quedó en avisarme cuando acabara pero pasó y pasó el tiempo y nada. Al final terminé comiendo en casa y no salimos, pero seguíamos hablando.
Quedamos de vernos el domingo siguiente para tomar un café, a lo que ella accedió. Llegó el día y, nuevamente, excusas, que no se sentía con ganas de salir. Se lo entendí y acordamos otra ocasión para vernos, llegado el día nuevamente lo mismo, no quiso verme, así que le dejé de hablar.
Fue esa mala experiencia la que me hizo regresar, poco después, con mi ex, quien tiempo atrás había querido volver conmigo. Al sentirme tan mal por culpa de Ilse, volví a hablar con mi ex y regresamos, con las consecuencias que puedes leer aquí.
Finalmente en algún momento de 2017 salí con Ilse, platicamos bien pero no hubo química, después de esa ocasión no hemos vuelto a hablar aunque aún la conservo en el Facebook.
3- Yumiko

Una de las citas más feas fue la que tuve con Yumiko, a ella no la conocí por internet sino que era amiga de una de mis hermanas. No sé por qué pero comenzamos a platicar por internet y así fue que se dio aquella cita.
Yumiko no era una chica que fuera muy de mi gusto, sí, era alta y delgada, pero bastante morena (pocas chicas morenas me gustan, aunque sí hay algunas). Por medio del MSN platicábamos bien e incluso un poquitín subidito de tono (jejeje), así que finalmente la invité al cine y fuimos a ver El Día que la Tierra se Detuvo (la de Keanu Reeves, así que fue en 2008).
Pocas veces he estado en una cita tan pero tan meeehhhh como la que tuve con Yumiko, de verdad que la química será CERO, nada. Quizá sea que no me gustaba mucho pero los silencios eran incómodos, no había plática, no había tema; sencillamente fue una situación muy incómoda.
Nos despedimos sin siquiera decir “me la pasé bien”, nada, fue como un alivio el alejarse, el dar por terminada aquella cita.
Después de eso no volvimos a platicar.
2- Beatriz

Esta fue una situación muy rara pues salí con ella algunas ocasiones. Aunque físicamente no era totalmente mi tipo, su personalidad era muy dulce y me daba la impresión de ser alguien que siempre buscaba quedar bien, alguien que se preocupaba por los sentimientos de los demás; fue por eso que la seguí buscando algún tiempo.
A diferencia de las anteriores, a esta chica la conocí pues es amiga de una compañera de trabajo (de donde actualmente trabajo, los hechos aquí narrados son de inicios de 2018), quien me la presentó. Salimos en total en cuatro ocasiones, y las primeras tres ella realmente se portó bien, la invité abruptamente y una y otra vez ahí estuvo, pese a que la invitación la hiciera apenas un par de horas antes. Finalmente la cuarta ocasión pensé “mejor la invito con tiempo para que no ande apurada”, y como hasta el momento nunca habíamos ido al cine, pues la invité al cine.
Y todo parecía ir bien, llegó a tiempo y lamentablemente tuvimos que seleccionar una hora de película más tardía pues la sala estaba llena, le pregunté y ella estuvo de acuerdo. Esperamos un rato, platicando y comiendo palomitas, hasta que empezó la película y pasamos.
Todo parecía estar bien pero a menos de 30 minutos de iniciada la cinta, ella me dijo: “deja voy al baño antes de que algo importante suceda”, y así fue al baño. La película siguió, y siguió, y siguió, y ella no volvía. Después de un rato ya era algo que me comenzó a preocupar.
Pasaban los minutos y nada de ella, en su estado del Facebook aparecía desconectada. Termina la película y ella no aparecía. Salgo de la sala y camino por fuera de los baños y nada (claro que no me podría meter al baño de mujeres). Camino por el centro comercial un rato esperando verla, ni sus luces.
Finalmente me voy a mi carro (habíamos llegado cada quien en vehículos separados) y todavía comienzo a mandarle mensajes, sin respuesta. Me comunico con mi compañera de trabajo y le comento lo ocurrido, ella se sorprende y le parece muy extraño. Me pasa el teléfono de esta chica, le marco y nada, no contesta.
Finalmente decido irme, consternado, molesto, humillado; precisamente las cualidades que me parecían interesantes de esta chica fueron pisoteadas, ¡me abandonó en el cine! Llego a mi casa y me preparo para dormir; ya entrada la madrugada me manda mensajes y me dice que se había enfermado, que estaba en el baño vomitando y que estuvo todo el tiempo al teléfono con su mamá.
Cada quien siéntase libre de creerle o no hacerlo, yo le creí; sin embargo eso no es excusa pues tuvo muchas oportunidades de avisarme que estaba mal y no lo hizo. Debido a eso y aunque ella me pidió disculpas, ya no quise volverla a invitar a salir; seguí platicando a ratitos con ella durante unos días siguientes y ella en ningún momento propuso vernos nuevamente ni mostró signos de que quisiera enmendar las cosas, y así dejamos de hablarnos.
1- Melissa

Sin embargo la peor cita que he tenido es también la primera de mi vida, una de hace muchos años que es tan patética y triste que debe ser compartida… ahhh Melissa y la historia del catfish antes de que eso siquiera existiera.
Tendría yo unos 17 años, y claro, era un nerdo gordito, de lentes y todavía más torpe que hoy. En aquellos años yo convivía mucho con un primo que es un año menor que yo, jugábamos videojuegos y era básicamente mi amigo más cercano, pues vivía muy cerca de mi casa mientras que Luis vivía lejos. Conforme crecíamos el aseguró que consiguió una novia, llamada supuestamente Adriana, y ella tenía una hermana mayor, Melissa.
Ohh Melissa, era la “chica perfecta”, quizá de algún modo sería la materia prima de lo que, eventualmente, se convertiría en Sharon (personaje principal de mi novela El Programa GAMER). Según mi primo Melissa era casi una modelo, era alta, de buen cuerpo, rubia y usaba el cabello por encima de los hombros; además no le importaba el físico (yo estaba gordito, ¿recuerdas?) y, por si fuera poco, era sampetrina, o sea que venía de dinero… ¡Uff!
Mi primo me mostró dos fotos en computadora, debes considerar que era aproximadamente 1998, por lo que la calidad de las cámaras era lejana a eso de megapíxeles, peor aún, las fotos que podías compartir eran escaneadas así que la calidad disminuía muchísimo. La primera era una foto algo oscura en que una chava rubia se tomaba una foto dentro de lo que parecía ser una recámara mal iluminada, estaba inclinada sobre sus rodillas (de pie), estaba un poco bronceada y claro, era bonita.
Sin embargo las antenas se pararon (más que las antenas), con la otra foto, una de calidad muy diferente, más nítida, en la que una pelirroja posaba frente la Torre Eiffel. Esta chica, la verdad, no se parecía en nada a la de la foto anterior; ésta era más blanca y tenía la cara mucho más afilada mientras que la otra tenía la cara más ovalada; la edad que representaba también era mayor, aunque se suponía que era una foto más vieja. Mi primo decía que fue de cuando ella se había pintado el pelo pero que su color real era como el de Melissa Joan Hart.
Y bueno, decidí creerle; yo era un nerd solitario con las hormonas hirviendo y Melissa era mi primera posibilidad real de tener novia… ¡y qué novia! Mi primo accedió a hablarle de mí y, poco después, me dijo que sí estaba interesada.
Yo estaba en las nubes, una chava rica (en más de un sentido) se interesaba en el pobre nerdo del salón, ese al que nadie pelaba. Y Melissa dejaba en el suelo a cualquier chava que me había gustado hasta entonces; yo estaba viviendo un sueño.
Comenzamos a platicar ella y yo vía el viejo mIRC, una aplicación de chat en que realmente no había forma de saber si hablabas con un hombre (seguramente) o con una mujer, y claro, era sumamente cariñosa, tanto que era en sí una novia… una cybernovia.
Alguna ocasión estaba hablando por teléfono con mi primo, quien tenía dos líneas en su casa, y le dije “a ver, llámale y me pones el auricular al lado de ella para tratar de platicar” Lo hizo y la “chava” le contestó, puso los auriculares y nunca pude escuchar nada.
Ocasionalmente en su casa trataba de comunicarse con ella por teléfono pero nunca estaba o no le respondía. Finalmente un día dije, “al diablo, la invitaré a salir” y acordamos ir al cine, al Cinépolis de Garza Sada (claro, esto sin haber hablado directamente con “ella”).
Yo estaba muy emocionado pero también era muy penoso, así que no sabía qué hacer o cómo comportarme con mi familia, yo nunca había salido con nadie así que estaba realmente aterrado, peor aún, no tenía dinero, y debía pagar el cine; le comenté a mi tía, quien siempre ha tenido muy buena relación con mi primo y que me aseguró que él no me haría una trampa (esta tía no es mamá de mi primo) y me dio dinero para esa cita; además le comenté a mi papá y me dio un poco más, además de llevarme al cine donde nos íbamos a ver.
Y llegué temprano al cine, chequé horarios y me metí a un Sanborns que estaba a un lado, sólo para esperarla y mientras leer revistas de videojuegos; y esperé… y esperé… y esperé.
La chica no llegaba, ella supuestamente tenía un Tsuru blanco y manejaba por la ciudad sin problema, pero nomás no llegaba. Le marqué a mi primo desde un teléfono público y dijo que trataría de contactarla, le di tiempo y cada que preguntaba me decía que no le respondía.
Finalmente, derrotado, con el corazón roto, le marco a mi papá para que vaya por mí y vuelvo a casa con la firme convicción de que estaré sólo el resto de mi vida. Poco después mi primo me dice que había hablado con ella, que estaba muy triste por haberme quedado mal, que se había quedado dormida pero que cuando se despertó fue al cine y no me encontró.
Total… ¡le creí! Y acordamos vernos en una convención de comics que estaba por haber en Cintermex. Una de las razones que la hacían especial era que era ñoñita así que eso le gustaba. Quedamos vernos ahí.
Recuerdo ir a la convención sólo, porque mi primo no fue o no quiso ir, y Luis trabajaba ahí mismo así que no podía estar libremente conmigo ya que tenía que atender un puesto. Y salía una y otra vez al estacionamiento, esperando ver llegar al Tsuru blanco; claro está nunca llegó.
Nunca supe qué pasó, en aquellos años pre redes sociales, cualquiera podía estar detrás del teclado y sin haber conocido su voz, no tenía nada que me indicara que fuera real. Mi primo juraba por todos los dioses que Melissa era real, incluso se lo aseguró a mi tía; pero nunca pude llegar a un cierre en ese asunto.
El tiempo pasó y dejé de llevarme con este primo, nunca pude dejar de pensar que me había hecho una muy mala broma así que nos alejamos bastante, de vernos casi diario a no dirigirnos la palabra. El recuerdo de Melissa ahí quedó y, tal vez, ayudó a la hora de conceptualizar a Sharon.
Sin embargo había señales de alerta, claro que una chica tan perfecta no se iba a fijar en un nerdo como lo era yo, pero había más: la mención de que tenía el cabello igual al de Melissa Joan Hart… Melisa… el mismo nombre; además de las dos fotos tan diferentes que había, era bastante para considerar que las cosas no estaban bien; también hay que añadir al hermano de mi primo, quien era un verdadero patán en aquel tiempo, tanto que lo habían mandado a EU por rebelde, y tenía poco de haber regresado. Su hermano era influencia en mi primo, y aquel en ese tiempo me odiaba, se burlaba mucho de mí; siempre pensé que todo el asunto de Melissa fue una invención de ellos dos, pero nunca tuve confirmación.
¿Y quién era Melissa? Bueno estos son los datos que mi primo me dio. Su nombre era Melissa Martínez Reyes, tenía 16 años en aquel momento (uno menos que yo), lo que la ubicaría nacida en 1982; vivía en San Pedro Garza García; su hermana se llamaba Adriana Martínez Reyes y, lo más importante, su correo electrónico era [email protected] (reconozco que no estoy seguro si era Hotmail, Yahoo o de otro servicio, pero sí recuerdo bien que era melisamusic, melisa_music, melisa.music o algo asi).
La he buscado en Facebook con esos datos y nada, el correo melissamusic alguna vez me dio un resultado pero no era la persona y no recuerdo en qué red social la busqué. Nunca la encontré y, aún hoy, recuerdo con tristeza aquel momento.
Y no sería el último pues, hace muy poco, viví algo parecido, una verdadera historia de catfish; pero eso… eso mis amigos, será para otra ocasión.
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