La razón de la existencia de los FPS es matar demonios con toda la saña posible. Doom fue el juego que nos permitió sacar a la luz nuestra psicopatía y en 2016 ese juego regresó.
Doom fue bastante bien recibido a su llegada, se decía que el juego mantenía la esencia de los originales de PC, un FPS puro sin mayores aspiraciones que la de matar demonios, el propio creador de la serie, John Carmack, incluso alguna vez dijo que la historia en un videojuego es como la de una película porno, todos esperan que esté ahí pero es irrelevante.
Así Doom casi no tiene historia, simplemente despiertas encadenado a una camilla y rodeado por demonios, suerte para ti, estás encabronado así que te sueltas y acabarás con todo a tu paso a lo largo de 13 escenas llenas de satanismo y balas.
¿Y es divertido? Sí, aunque tampoco es como para darle el GOTY como algunas personas lo pedían, y es que Doom tiene muy poco que ofrecer además de disparar, es un juego simple, difícil pero simple, en el que la fórmula de mata, repite, jamás cambia.
Las mecánicas de juego de los tiempos recientes, que buscaban darle al jugador de FPS diferentes formas de jugar, han desaparecido; Doom es un juego directo, sin los conocidos elementos stealth de muchos FPS modernos. Todo el tiempo estás corriendo y moviéndote, y eso, si bien es lo que lo destaca, también lo vuelve simple.
Los dos primeros Doom eran juegos menos frenéticos, más enfocados en el ambiente, claro que había muchos enemigos pero más que ellos el juego se trataba de laberintos, de vagar por pasillos y encontrar llaves para alcanzar una salida. Los enemigos eran un obstáculo para que encontraras la salida y muchas veces no había necesidad de matarlos a todo, es más, a veces era imposible matarlos a todos, no había poder de fuego para ello.
Doom de 2016 no es así, si bien aún hay puertas de colores que debes abrir con tarjetas, es mucho más lineal que los anteriores, el backtracking es posible aunque opcional y las batallas son tan frenéticas que el ambiente cambia por una oleada de monstruos.
Ese es un defecto notable en Doom, uno que los juegos anteriores no tienen. En este nuevo Doom los enemigos NO están ahí, aparecen mágicamente cuando llegas a cierto punto, los acabas y las cosas se calman para que explores. Eso no era así antes, en los Doom originales los enemigos estaban ahí, o sea, no estaban escondidos hasta que caminaras sino que siempre estaban colocados alrededor de una zona, habitando la base militar. Este nuevo sistema de enfrentamientos le quita lo orgánico y lo vuelve predecible; es similar a Gears of War en donde avanzas sin resistencia hasta ciertos puntos, salen enemigos, los matas y continúas.
La música es otro punto flaco, sí, hay buen heavy metal pero éste se limita al menú de pausa y a los momentos de combate, mientras exploras no hay música y cuando combates hay tanto ruido que la música no se disfruta. Los Doom originales tenían un soundtrack excelente y es lamentable que éste carezca de ello.
Al menos los enemigos son interesantes, hay una gran variedad de demonios para matar, la mayoría muy difíciles y de gran tamaño. Enfrentarte a los primeros grandes te asustará, luego verás tu primer Baron of Hell y te cagarás en los pantalones… luego verás que son tres de ellos… ¡AL MISMO TIEMPO! Doom no te lo pone fácil.
Afortunadamente hay poderosas armas para hacerle frente a cualquier amenaza, incluso la escopeta básica te hará llegar lejos. Las armas también pueden ser modificadas con puntos de arma para incrementar sus capacidades y puedes obtener modificadores (tipo El Programa GAMER) que te darán funciones adicionales que te harán sentir como un verdadero GAMER que lucha contra sheitans enormes (no por nada el Doom original es parte de la inspiración de la novela).
El juego también te da mucha movilidad, de nuevo, similar a El Programa GAMER. Doom Guy puede correr a alta velocidad, hacer saltos dobles, colgarse de cornisas e incluso obtener ítems que le darán fuerza endemoniada que le permitirá moler a golpes a cualquier demonio (similar al DSM-2 de El Programa GAMER).
Aunque es un personaje muy versátil en su movimiento hay aspectos que pudieron mejorarse: las habilidades mencionadas son todas las que hay, el doble salto es muy suave (no te da gran control); tantas cosas pudieron implementarse que lo habrían mejorado (un súper salto, bullet time, etc) pero no se hizo, el juego te da pocas opciones de movimiento.
Los gráficos sí que son excelentes y los diseños de los demonios son igualmente extraordinarios. En general es un buen juego que se sale un poco de la norma establecida pero que, en comparación con otros FPS actuales, se siente limitado. No deja de ser divertido pero puede volverse tedioso muy rápido lo que te hará jugar rondas no tan largas pues nunca cambia. La dificultad es interesante, no es difícil pero tampoco avanzarás sin morir, los enemigos se te amontonarán en más de una ocasión y las pocas peleas con jefes al menos te eliminarán una vez en lo que aprender a matarlos.
Un punto de comparación adecuado de Doom seria con los juegos de Metro en su edición Redux. Ambos son FPS de ambientes de terror, sin embargo Metro me parece mejor al darte más alternativas de juego, aún y cuando las armas sean mucho menos divertidas de usar.
Para mí, que soy un jugador de precisión, a quien le gusta el stealth, Doom es un juego difícil que va en contra de mi naturaleza; no hay iron sights por lo que te limitas a disparar a todo sin apuntar realmente y es imposible pasar desapercibido, pero me divirtió jugarlo.
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