En los albores de mi último año en los 30s me siento nostálgico al mirar atrás y recordar momentos especiales que se pudieran considerar como “mejores” que otros; momentos que, por alguna razón, hoy añoro. Pero como me gustan los retos en vez de enfocarnos en momentos lo haré en años completos, esta es una lista de años que considero fueron los mejores de mi vida.
1991 – 1992, mi período de quinto año de primaria

Entré a la primaria en 1987 y era mayormente un suplicio, sin embargo en todo mi período de educación primaria existe un año que siento que fue especial, que fue mejor; un año donde me sentí “parte del grupo”, donde dejé de ser el bulleado por todos e incluso tenía amigos. Ese fue el quinto año.
A finales de 1991 y la primera mitad de 1992 me tocó entrar al quinto año de mi primaria. Mi primaria era un lugar que, pese a lo malo, recuerdo con nostalgia y gran parte de esa nostalgia se ubica en el quinto año.
Mi escuela se encuentra sobre la sierra madre oriental, justo frente al Cerro de la Silla, en Monterrey, elevada sobre la carretera nacional. En una época donde había un aire “boscoso” por la zona debido a la influencia de la sierra y su naturaleza. Me encontraba con diversidad de flora y fauna y tenía una vista excepcional de la ciudad al estar elevada.
La escuela se dividía en dos niveles, el superior para los niños de primero a tercero, y el inferior para los de cuarto a sexto, al que había que llegar por varias escaleras. Pero de toda la escuela había UN salón DIFERENTE.
Al centro de la escuela estaba el foro, donde se hacían los bailables; abajo del foro se había aprovechado el espacio para configurar un salón y ese salón fue el mío en quinto año.
Era el salón más diferente de todos, ubicado en medio de los dos niveles, ciertamente apartado de lo demás. Mi maestro era el maestro Raúl, único hombre de entre los maestros de la escuela.
Fue el único momento de mi primaria en que me sentí aceptado, mis dos amigos de años anteriores tocaron junto conmigo en el salón: Roberto y Ruperto; asimismo varios de los demás compañeros con quienes compartí clase eran de esos que no molestaban sino que solían ser amables e incluyentes. La sensación social era así que incluso los bullies, como uno llamado Juan de Dios terminó por formar parte del grupo y se comportaba amistosamente con todos.
Y yo en ese año me sentí bien, mis calificaciones subieron, me sentía más cómodo, me juntaba en el descanso a platicar con mis compañeros sobre películas de terror, de zombies, de Halloween, de Rambo. Jugábamos luchas al exterior y ¡YO PARTICIPABA! Nunca había participado en grupos pero yo me sentí incluido. Jamás olvidaré el día que le gané en luchitas a Juan de Dios, el niño bully al que le apliqué la de “a caballo” y sus gritos diciendo que se rendía.
El quinto año fue mi mejor año en primaria y uno que se quedó muy grabado en mi memoria, casi siento que la mayor parte de mis recuerdos nostálgicos de la escuela vienen precisamente de ese año.
1998 Luis y yo volvemos a coincidir en la escuela

No es misterio para el ávido lector de Nerdcast que tengo una entrañable historia de amistad con nuestro antiguo colaborador Luis, quien falleciera en 2016.
A Luis lo conocí en 1987, cuando entre a la primaria (de la que él fue expulsado un año después), y aunque nuestra amistad se mantuvo todo ese tiempo, tardamos una década en volver a coincidir en la escuela.
Fue en 1998 cuando ambos “saltamos” de la prepa 15 Florida, donde yo estaba en la mañana y Luis en la tarde, por lo que no nos tocó convivir. Tras ese oscuro período académico de mi parte, donde conocí lo que es ser un verdadero nini, mi papá me metió a la preparatoria en el CEU, campus Loma Linda, en Monterrey.
Al poco tiempo convencí a Luis de continuar su estudio ahí mismo y convencí a mis padres de pasar diariamente a su casa por él, así como para llevarlo de vuelta a su casa a la salida. Y así finalmente volvimos Luis y yo a coincidir en la escuela.
1998 representó el momento en que nacieron los personajes que ahora existen en El Programa GAMER; fue de nuestras aventuras escolares donde Jurgen, Lewis, Gabe, Sharon, Gotnov y Edium comenzaron a existir. Pasábamos horas de clase simplemente dibujando e inventando historias ridículas en las que nos insertamos como personajes, así la magia creció y se convirtió en una historia.
1998 fue entonces uno de los años que me definieron, uno de los años en que el Yo actual comenzó a tomar la forma que ahora tiene. Teníamos 17 años y ahí fue donde supe que quería contar historias.
Escolarmente también la pasé muy bien, tener a Luis conmigo fue igual a estar protegido, a sentirme fuerte, ya no más había que temer a los bullys porque el máximo bully de Monterrey me cubría la espalda; ahí descubrí mi sentido del humor ácido y la extraordinaria mancuerna que Luis y yo hacíamos y que finalmente dio origen a Nerdcast. 1998 fue el año del nerdismo puro con Magic, videojuegos, ánime, juegos de rol; no había mujeres pero ¡eso también me preparó para mi presente!
2003, conozco a mi grupo actual de amigos

Llegué a Saltillo en el 2001, fue un duro golpe dejar mi ciudad atrás, dejar a mis pocos amigos atrás, bien es que Luis ocasionalmente realizaba el viaje para visitarme pero no era igual que verlo diariamente como en la preparatoria o cada fin de semana como en la Universidad.
Llegar a una nueva ciudad, a una nueva escuela, y más aun siendo como soy no fue fácil. Mis primeros días en la Universidad, en Diseño Gráfico, al centro de Saltillo, no fueron nada buenos, peores si consideramos la tradicional novatada, primera que sufrí, combinado con el estar en un lugar en que no quería estar.
Pero era Diseño Gráfico y sabes lo que eso significa: Otakus… Y mariguanos, pero también Otakus. Y como era de esperarse ahí estaban los Otakus, jugando futbol en el patio del recinto, y me invitan a jugar y decido aceptar.
Yo no jugaba futbol, toda mi infancia la pasé evitando jugar porque… Bueno… Me daba miedo. Pero me animé a jugar y así me integré al grupo más nerd de la escuela.
Si bien dicho grupo inicia en 2001, siento que fue en 2003 cuando se solidificó la amistad, cuando la rutina escolar se convirtió en un placer. Por primera vez en mi vida la escuela no se trataba de sentarme a escuchar la clase, hacía bromas con mis amigos, jugaba futbol en los descansos, salía a desayunar, rondábamos las calles del centro de la ciudad buscando revistas, íbamos a las máquinas arcade, íbamos al billar.

Recuerdo con mucha nostalgia las mañanas de futbol en la escuela, tirándoles los lonches a balonazos a nuestros compañeros (era accidental), después ir a desayunar al Oxxo o, cuando había dinero, a las gorditas de la esquina. Más aún aprovechar horas libres para ir más lejos, a los puestos de revistas, a buscar mi amada EGM en español y regresar a casa con esa revista a mis espaldas, ansioso por leerla.
2003 fue el año del cambio en que me empecé a sentir más a gusto en Saltillo y todo gracias a esos amigos que aún conservo y a quienes espero ver pronto, pues esto del Covid nos alteró nuestras reuniones ya añejas.

2017, mi primer año trabajando como Psicólogo

Pasaron muchos años hasta que finalmente tuve un año que disfrutara y ese fue el 2017, ello por varias razones.
Previamente había dejado el Diseño Gráfico y finalizado mis estudios como psicólogo, mismos que dejara truncos al momento de mudarme. Tras varios años estudiando consigo una oportunidad laboral donde ahora estoy y, por razones extrañas, ese año se convierte en uno especial.
Es raro pues, más allá de ser el año en que inicié mi labor profesional, no fue particularmente bueno; no tuve novia en todo el año, fui ignorado por la única a la que busqué y fue esa causa la que derivó en el incidente del Catfish que viví durante TODO 2017 (lee de eso aquí). Y pese a eso, me la pasé bien.
Me gustaba ir a mi trabajo, me generaba esperanzas de un mejor futuro; me enviaban a aprender cosas a diplomados, a conferencias, sentía que me cultivaba. Asimismo 2017 fue el año en que El Programa GAMER (en su edición original), llegó a tus manos y pude ver cumplido un sueño de la infancia.
2017 fue además un año especial porque cayó nieve en Saltillo, tres veces. Recuerdo con nostalgia esas nevadas, estar viendo caer la nieve desde mi lugar de trabajo, mientras platicaba con mis compañeros pues, por el clima, nadie acudía. Volver a casa con el camino nevado y ver esa imagen que sólo tenía en películas navideñas era como vivir un sueño.
Además 2017 fue el año del Episodio 8 de Star Wars, realmente estaba emocionado por verlo. Compré un disfraz y mis amigos y yo hicimos una presentación en el cine antes de entrar a ver la película (con resultados divisivos).
Aunque realmente no me ocurrió nada especial en 2017, lo recuerdo con nostalgia y siento que ha sido uno de los años que, en su contexto general, más he disfrutado.
2020, el año donde todo cambió
No te creas, 2020 no ha sido mi año, pero al menos no ha sido el año de nadie. ¿Ahora ven que se siente culeros?
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