No, ésto no se trata de esa patética película de Vince Vaughn (¿quién demonios le dijo que es gracioso?) sino de un análisis psicológico de la forma en que percibimos la Navidad, si eres lo bastante genial seguro lo disfrutarás.
Las cosas cambian conforme crecemos, incluso nuestra percepción, algunos obtusos le llaman madurez, yo le llamo «Sistema Comparativo de la Edad» (lo acabo de inventar) y significa que las cosas nuevas que percibes las comparas incoscientemente con lo que has percibido antes y eso modifica tu reacción, haciéndote parecer maduro a los ojos de la mayoría de la gente y de Jorge Efraín, en otras palabras, mientras más tiempo has vivido más cosas has percibido, por lo que cada vez percibirás menos cosas nuevas y las que percibas serán puestas a comparación con muchas que tienes experimentadas.
Esa es la razón por la que una película de terror asusta a un niño y no a un adulto, porque el niño no tiene suficientes puntos de comparación, es una experiencia nueva para él y, por tanto, terrorífica, del mismo modo la reacción de emoción por recibir un Nintendo 64 es diferente entre un niño de 6 años a la de un adolescente de 15 que quería un Play Station.
Es por eso que cada persona vive una Navidad diferente de acuerdo a la etapa que está viviendo, de ese modo he descubierto 4 etapas por lo que un niño, un adolescente, un adulto y un anciano vivirán la Navidad de un modo diferente, aún y cuando estén en la misma fiesta.
Navidad 1: El niño
Del mismo modo que una película de terror es vista distinto por un niño que por un adulto, del mismo modo un niño percibe el tiempo pues tiene menos minutos vividos para poner en comparación. Para un niño un año es una eternidad de tiempo, tan larga que incluso cumple años en ese lapso (¿entiendes? cumpleaños). Por eso esperar la Navidad es algo insoportable para todo niño y eso hace que su factor de emoción y anticipación se vaya por los cielos. Para un niño la Navidad es mágica, recibe regalos, tiene vacaciones, come a reventar y está con su familia y no sólo eso, también visita (o es visitado) por otros familiares, entre los que seguro hay primos, así que hay más diversión.
El niño ve la Navidad con emoción, y aunque disfruta de todo el proceso, su meta son los regalos. Los niños no tienen dinero y no pueden comprarse lo que quieran cuando quieran, es Navidad y cumpleaños cuando pueden obtener algo que les guste, y en la Navidad no sólo un niño lo recibe sino muchos, por lo que podrá intercambiar juguetes con sus amiguitos.
Para un niño la emoción de los regalos de Navidad es tan grande que no puede dormir, siempre son los primeros en levantarse el 25 de diciembre, a las 5 am, sólo para ver sus regalos, los cuales abandona a las 12 pm porque ya le aburrieron y le dio sueño. Y aún así espera esa fecha año con año. Es en esta etapa que generamos nuestro amor por la Navidad pues es donde aparecen los recuerdos imborrables. Tener buenas navidades es clave para el desarrollo emocional (y nerd) del niño.
Navidad 2: Adolescente
Sin embargo pasan los años y generalmente el niño se convierte en adolescente, su inocencia y ternura cambian por espinillas, voz de gallo Claudio, pelo largo y actitud rebelde. En la medida que sea, un adolescente será problemático (incluso yo, que soy tranquilo, mi papá comenta que no me soportaba). No, el adolescente no cree que lo sabe todo, simplemente quiere aparentarlo pues debe competir con otros adolescentes por ser el macho alfa de la clase, con sus hermanos mayores para serlo en casa e incluso con su padre, abuelo o tíos. Una falsa actitud de confianza es lo único que tiene para no ser bulleado o ligarse a la chavita buena de la clase.
Así es que la Navidad pasa a un quinto término, deja de ser relevante en su vida. La Navidad es un festejo familiar y el adolescente no quiere estar con su familia, lucha por irse con los amigos a festejar y queda cenando a disgusto porque no lo dejaron salir (y no lo digo por mí sino por mis hermanas que son quienes atravesaron más fuerte esa etapa). Irónicamente, si lo dejan, se la pasará muy bien portado si celebra en casa de un amigo, con todo y que esté ahí toda la familia del amigo y realice las mismas tradiciones que en su casa. Lo único que quiere es ir por el camino opuesto.
La Navidad adolescente no es una de las mejores pues toda la parte bonita de esa fecha no le interesa y en su lugar quiere ir a las supuestas posadas donde no se hace nada de una posada y sólo es una fiesta en diciembre.
Navidad 3: Adulto
Afortunadamente el tiempo pasa y llega la madurez (que como dijimos, es gracias a que tienes más experiencias para comparar y ya conoces los resultados de actuar de cierta forma). Las fiestas de Navidad y Fin de Año ya no son una excusa para embriagarse pues ahora el adulto puede hacerlo cuando quiera. Un adulto, especialmente uno aún joven como yo (31 años), ve la Navidad con una nostalgia especial, no ha pasado tanto tiempo como para haber vivido grandes tragedias que la conviertan en una época triste pero sí ha pasado tiempo para añorar el sentimiento que teníamos cuando niños. El adulto en Navidad busca celebrar como lo hacía de niño y volver a sentir esa emoción pura que desde hace años ha dejado de sentir.
Es por eso que las casas se decoran, los centros comerciales se llenan y el dinero fluye, porque los adultos tratamos de revivir aquellas navidades de nuestra infancia y de compensar todo lo que, por cualquier razón, nunca tuvimos. Si bien la Navidad es especialmente agradable para los niños, somos los adultos los que la hacemos de ese modo, y no por esos chamacos malagradecidos sino por tratar de revivir nuestra infancia, lo que lleva a que el ciclo se repita indefinidamente.
Sin embargo esa nostalgia nunca es satisfecha (o al menos sólo muy raras veces lo es), pues somos incapaces de sentir esa emoción que teníamos cuando niños pues ya sabemos qué esperar, hemos vivido muchas navidades y no hay ninguna sorpresa por venir. Sí, los aguinaldos son muy bienvenidos y siempre habrá algún regalo sorpresa, pero se ha perdido la emoción de la anticipación y la imaginación de lo que haremos cuando obtengamos algo (en especial porque los aguinaldos normalmente ya tienen un destino aún antes de recibirlos). El adulto está condenado a pasar sus navidades futuras tratando de revivir las pasadas y fracasando cada año, pero eso sí, generando en los niños el amor por la Navidad que hará que hagan lo mismo cuando sean grandes.
Navidad 4: Anciano
Con el lento pero sistemático pasar de los años, el que alguna vez fue niño se convierte en adolescente, después en adulto y finalmente llega a la ancianidad. Los recuerdos de las navidades pasadas continúan y aún se les rememora con nostalgia y dicha, pero han pasado ya muchos años y en todo ese tiempo muchas desgracias y desventuras se van juntando, se quieran o no: pérdidas de seres queridos, problemas financieros, de salud o decepciones amorosas, el viejo las ha vivido todas y ya le pesan.
Con toda esa carga acumulada la Navidad se convierte en un momento difícil pues ahora está imposibilitado para hacerla a su gusto, a diferencia del adulto que tiene el poder económico y emocional para hacer la Navidad que siempre quiso (aunque no la disfrute como desearía), el anciano ya no tiene esa energía, probablemente tampoco los recursos por lo que vuelve a la etapa del niño en que sólo le queda esperar cómo la deciden hacer sus familiares, pero, y a diferencia del niño, ya no cuenta con la capacidad de emocionarse por la novedad pues ha vivido demasiadas experiencias y hay pocas cosas que sean nuevas para él, por eso la Navidad se convierte en un momento de relativa frustración donde difícilmente las cosas saldrán como quiere y lo que salga no lo emocionará.
Y no sólo tenemos ese factor, la Navidad es también un momento donde mucha gente se deprime, en especial los viejos, pues es muy probable que ya no tengan cerca a todos aquellos que le hicieron agradables las navidades pasadas, su familia ya ha muerto o, si tiene hijos, están haciendo su propia vida, y aunque la mayoría no serán abandonados durante esta fecha, sí se sentirán de ese modo, en especial por la gran cantidad de recuerdos de tiempos pasados y la incapacidad de revivirlos.
De este modo vivimos una Navidad diferente durante cada etapa de nuestras vidas, desde la emoción de la infancia, la indiferencia de la adolescencia, la capacidad de control y nostalgia de la adultez y la tristeza del tenebroso futuro de la vejez. Así que todo el mes, dependiendo la etapa que estés viviendo, trata de recordar que tu tiempo en cada una no se repetirá y que las cosas que hagas y desiciones que tomes te acompañarán por el resto de tu vida, no dejes de lado a tu familia si eres adolescente, no olvides a tus viejos si eres adulto, y, si aún eres niño, disfruta porque esta emoción no la volverás a sentir, al menos no por la Navidad. ¿Y si eres anciano? lo más probable es que no sepas encender una computadora, y si eres un viejo lector de Nerdcast que de algún modo está leyendo este artículo desde el futuro, espero haber sido un buen Presidente de la Unión Terrícola y que hayas votado por mí.
De niño muchas cosas de la navidad se me hacían cursis como los villancicos, cantarle al niño Dios, posadas, salidas a otros lugares. Se me hacía agua la boca por recibir mis regalos y no podía esperar. Pasa y resulta que ahora extraño esas cosas. Mis regalos ya me los dan por anticipado, no pusimos el arbol de navidad, no hicimos villancicos, no cantamos al niño Dios, no hubo cena. Mi navidad este año fue atipica cuando los años pasados eran bizarras y extraño eso en cierto modo junto con la tipica atmosfera navideña.
Y a que se debe que no hubo ni cena de pino ni nada de lo tradicional en Navidad? y yo que crei que en mi casa falta espirito navideño, si bien fue muy soso, si tuvimos todo eso
Pues pasamos la navidad en Morelia donde no hubo pavo ni menudo, pero sí hubo tortas. Por una cuestion de prisas no se pudo poner adornos navideños en la casa de Morelia. Mi mamá sugirio la idea de cantar villancicos pero los demás miembros de mi familia no lo aceptaron de buena gana por lo que se denego la idea. Hubo convivio y comida pero todo fue muy aburrido en comparacion con años pasados. Con decirte que no hubo festejo de año nuevo aunque si vimos película y compramos papás.
«El paso del tiempo es siempre cruel… parece que va a un ritmo diferente para cada persona, pero nadie puede hacer nada para cambiarlo. Una cosa que no se desvanece con el tiempo son los recuerdos de la niñez.» – Sheik, ante el templo del bosque.