¿Es el ser humano un ente primordialmente bueno o es más bien lo opuesto, tendiente a la maldad? La razón de la vida, el por qué la raza humana existe en el mundo y la constante búsqueda de un fin mayor ha sido la motivación primordial de los filósofos y pensadores desde los albores de la humanidad, quienes han permanecido pendientes de la actividad humana en una constante búsqueda por definirse a sí mismos, por encontrar un significado trascendente para sus vidas y, por consiguiente, para la vida de cada ser humano en el planeta.
Antecedentes
En esa búsqueda de significado la humanidad ha encontrado respuestas biológicas, psicológicas y teológicas, siendo estas últimas un intento de identificación con una entidad espiritual superior que separe al ser humano del resto de los seres vivos con quienes comparte en el planeta. Con la idea de un origen divino, teólogos alrededor del mundo han pretendido confirmar la existencia de hombre como la de un ser primordialmente bueno, especial, elegido por una entidad suprema para gobernar el mundo físico; pero sus acciones distan mucho de esa bondad primordial que las religiones pregonan. Para explicar esas acciones inventaron justificantes, fuerzas oscuras provenientes de los rincones más terribles del universo teológico en donde fuerzas tendientes al caos, a la maldad, tientan constantemente al hombre y le llevan a alejarse del camino al que naturalmente corresponde.
Sin embargo esa explicación para entender el comportamiento humano dista mucho de ser una verdad, existiendo en el mundo de las ideas, creencias y mitología. En realidad el ser humano no es diferente del resto de los animales con quienes coexiste en el planeta, entendiéndolos a ellos (los otros seres vivos) es posible entendernos a nosotros mismos.
¿Cómo definir la maldad y la bondad? No es posible determinar si el hombre es tendiente a uno u otro si no se tiene clara la existencia de ambos polos, por ello para determinar la naturaleza del ser humano es necesario primero definir qué son el bien y el mal.
Una postura popular en tiempos recientes afirma que el ser humano carece de instintos, que lo que posee son en realidad reflejos. Esto no es más que un intento más por separarse del resto de los animales, un intento de segregación que, irónicamente, es instintivo.
Hipótesis
El ser humano es instintivo, los instintos compartidos por todos los seres vivos son moralmente tendientes al mal, ergo el ser humano es naturalmente malo.
Definiendo el Bien y el Mal
Como se dijo previamente, es imposible determinar la tendencia al bien o al mal sin antes definir qué son ambos conceptos; precisamente el bien y el mal no son otra cosa que conceptos, ideas que no tienen existencia real y, por lo tanto, provienen del razonamiento. El Bien y el Mal no existen en la naturaleza.
El Mal
Sócrates consideraba a la maldad como un mero accidente, consecuencia de la ignorancia”. A esto es llamado “Intelectualismo moral” pues argüía que para hacer el bien era necesario conocerlo.
Para Platón el mal no es el pecado sino el desorden, la ausencia de control, la omisión de la razón, la aceptación de los placeres.
Para Aristóteles la maldad, akrasía, debilidad de la voluntad. Refiere al ceder a la tentación con el objetivo de obtener placer sin la búsqueda del bien, ubicaba las acciones malvadas como impulsos en la búsqueda del placer. “El incontinente, antes de caer en su incontinencia, tiene por cierto que hacer aquello tal que después hace, no es cosa que conviene” (Aristóteles, 2014. p. 153).
Para Nietzsche (1986) “la maldad no tiene por fin esencialmente el sufrimiento del otro, sino su propio gozo, bajo la forma, por ejemplo, de un sentimiento de venganza o de una fuerte excitación nerviosa” (p. 39). Ve los actos malvados como fuente de placer, producto de un conocimiento y deliberación.
Para Hobbes (2014) no existe concepto de bien o mal en la naturaleza, “el derecho de naturaleza es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera […] para hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin” (p. 106).
El Bien
La consciencia moral es para el psicoanálisis la instancia conocida como superyó, donde el infante toma de sus padres los conceptos que desarrollarán su percepción de lo que es aceptado y lo que no lo es. “La presencia adulta, la existencia de un otro colocado en una posición superior que vigila y supervisa es un pilar imprescindible para que una persona edifique su consciencia moral” (Méndez, 2012, p. 48).
La moral debe ser aceptada e internalizada en los individuos de modo que ellos mismos se coaccionen para actuar de un modo que, muchas veces, va en contra de los instintos más básicos. De acuerdo a Nietzsche (2014) “toda moral es una tiranía contra la naturaleza y también contra la razón” (p. 300).
La función de la consciencia moral es opacar los instintos naturales. La presencia de éstos ayuda a los seres vivos a desarrollar conductas que les permitan su supervivencia. “La agresividad tiene una función determinante para la conservación de las especies” (Méndez, 2012, p. 113). La moral suprime las conductas que llevan al predominio de un individuo sobre otro.
La moral es una construcción social que, para que sea eficaz, requiere la existencia de un acuerdo, debe ser asimilada e internalizada mediante el contacto con las autoridades, como dice Nietzsche (2014) “Lo esencial e inapreciable de toda moral radica en que supone un largo proceso coercitivo” (p.300).
Cortina (2000) dice respecto al estudio de la ética que “hemos aprendido al hilo de la historia que son principios, valores, actitudes y hábitos a los que no podemos renunciar sin renunciar a la vez a la propia humanidad” (p. 17).
Desmenuzando los conceptos del bien y del mal
Considerando lo dicho previamente, que el bien y el mal son conceptos no existentes en la naturaleza, creaciones sociales a partir de la razón y dirigidas a solventar intereses específicos individuales o sociales, es necesario partir por separar las características de lo que se considera bueno y malo.
Bueno y malo se define en base a dos elementos: acciones y sentimientos. Es posible obrar bien a pesar de un sentir negativo y viceversa. Las acciones consideradas como “malas” son aquellas que buscan un beneficio o placer inmediato para aquel que la desarrolla y que, a su vez, producen un daño a otros seres vivos o al entorno. Toda acción que cause algún perjuicio es entonces considerada como malvada sin importar la intención.
La acción es visible y sus efectos son identificables, sin embargo toda acción viene precedida de una motivación, que aunque ésta no necesariamente deba ser “mala” para que la acción lo sea (empleando en esos casos la frase “el fin justifica los medios”) esa motivación sí está compuesta de diferentes aspectos que le dan el matiz de “buena” o “mala”, esos aspectos son los sentimientos.
La razón ha permitido al hombre el otorgar nombre a lo que siente, así han aparecido los llamados “malos sentimientos” tales como: odio, rencor, culpa, agresividad, celos, envidia, territorialidad, ira. Los “malos sentimientos” son aquellos que ocasionan malestar a quien lo padece y que, muchas veces son los motivantes de la conducta que puede ser considerada como “mala”.
Un aspecto fundamental de los buenos y malos sentimientos es que son instintivos, quien los siente no tiene control sobre ellos. Los sentimientos no se ven afectados por la razón ni la experiencia, son emociones totalmente animales. Las manifestaciones de los “malos sentimientos” son las que se perciben como “mala conducta”. Comportamientos como una personalidad celosa, envidiosa, agresiva, etc. son llevan a quien los comete a ser considerado como una “mala persona”, alguien que daña a la sociedad, a sus semejantes.
Es imposible saber lo que una persona siente, lo único que se puede notar son esas manifestaciones de lo que siente, su comportamiento, expresiones, verbalizaciones. Una persona que siente “malos sentimientos” actuará en concordia con ellos, será una persona agresiva, celosa o rencorosa, aislado de la sociedad a causa de sus actitudes poco proactivas.
En el pasado se atribuían esos sentimientos a los malos espíritus, a demonios que buscaban alejar al hombre del camino de la rectitud y la bondad. Esos demonios no son tales sino instintos, presentes en cada uno de los seres humanos así como en los animales; los demonios/instintos, son sometidos por la razón/Dios, puestos bajo control temporalmente, pero en ocasiones salen a la luz.
Analogía con otros animales
Los “malos sentimientos”, considerados en este trabajo como instintos, están presentes en todas las especies animales. Esas especies presentan conductas catalogadas como instintivas que poco o nada difieren de las realizadas por los hombres sometidos a la influencia de los “malos sentimientos”. Conductas agresivas como las mostradas al defender su territorio u ocasionadas por la necesidad de alimento, resguardo o apareamiento. Los animales manifiestan ira, miedo, envidia y celos, atacan a otros para alimentarse o para arrebatarles el alimento, la pareja o el territorio, matan a los cachorros de su misma especie al considerarlos como peligro futuro para su bienestar. Dichas acciones realizadas en los animales son consideradas como naturales, adecuadas, lógicas, sin embargo ese deseo de segregar, de sentirse especiales, ha llevado al ser humano a desligarse de las demás especies; en un humano las mismas acciones que realiza un animal son consideradas como “malas”. ¿Por qué?
La diferencia es Dios, no Dios como una entidad espiritual, es entendido aquí como la razón. El hombre, por su evolución y características biológicas, desarrolló su capacidad de razonamiento, creó a Dios, la razón. La razón que tiende a la construcción y es opuesta a los instintos, tendientes a la destrucción de los demás y la supervivencia del individuo por encima de la de los demás. La razón suprime las tendencias animales del hombre, sus instintos, sus “malos sentimientos” y los coacciona para el beneficio de toda la especie aún y cuando vaya en contra de los deseos del individuo. La razón, el Dios que cada uno lleva adentro, es el origen de las acciones buenas, de los sentimientos buenos como el altruismo, el autosacrificio, la tranquilidad, el amor, la lealtad, la fidelidad entre muchos otros. Son esos los “buenos sentimientos” los que llevan al hombre a acciones antinaturales de desprecio por sí mismo a favor de otros. La razón es donde la conciencia moral tiene su nacimiento, permite un conjunto de reglas que van en contra de la naturaleza y cuyo objetivo es, irónicamente, instintivo, la supremacía de una especie sobre otras.
El hombre puro
Podemos ver en ciertas especies animales atisbos pequeños de razón, pequeños destellos de su propio Dios que comienza a despertar en ellos. Así podemos entender que el hombre no es diferente de ellos y eso queda de manifiesto al ver al hombre en su estado más puro y limpio, en su infancia, cuando la razón aún no se ha desarrollado y la conducta es a menudo “mala”.
Los niños, seres cuyo desarrollo cognitivo está en un continuo proceso evolutivo, dependen del exterior para desarrollar su razón, su consciencia moral. En ese proceso de aprendizaje/castigo se pueden observar conductas instintivas, los “malos sentimientos”. Conductas como ira descontrolada, agresividad, territorialidad, celos, envidia, características presentes en los niños desde temprana edad, poco controladas al no tener ellos una razón lo bastante desarrollada como para detener a esos demonios, los instintos, que les llevan constantemente a la búsqueda de su placer aunque eso transgreda las normas o la integridad de otros. Los niños son el ejemplo del mal que el hombre es capaz de causar a otros, ejemplos sencillos, pequeños y poco trascendentales, al mismo tiempo puros. La conducta infantil es la conducta humana instintiva, una conducta poco regulada por Dios/la razón, que debe ser sometida por Dioses externos, la razón de los padres y la sociedad, forzando a los niños a alinearse en un conjunto de conductas adecuadas que van en contra de los deseos de esas malvadas personas que sólo desean su placer.
En niños y animales vemos a los demonios, en adultos educados, instruidos, vemos a los dioses. La conducta controlada que provee el conocimiento, la razón, ese intelectualismo moral de Sócrates, ese control de la razón de Platón era obtenido, según esos filósofos, por el conocimiento, el intelectualismo, mientras que esa búsqueda del placer que Aristóteles llamaba Akrasía era producto de las mentes menos desarrolladas.
La conducta malvada es visible en personas con trastornos mentales quienes no actúan en pos de una maldad demoníaca sino en pos de esa maldad instintiva que es la búsqueda del placer y su supervivencia. En sujetos esquizofrénicos los instintos están desbocados y la razón disminuida o suprimida completamente; son sujetos peligrosos a causa de sus conductas inesperadas, que pueden reaccionar de forma violenta ante situaciones que una persona ordinaria no lo haría de ese modo. El esquizofrénico es como un niño, un ser cuya razón no se logró desarrollar, que vive bajo la tutela de sus demonios, esos instintos que le llevan a la búsqueda del placer. No es raro que personas esquizofrénicas abusen de distintas sustancias o lleven vidas sexuales desbocadas; conductas que en ellos son atribuidas a su enfermedad pero que en personas “normales” les harían ser catalogados como “malos”.
Ni los animales, ni los niños ni los enfermos mentales son seres malvados partiendo de la base de que la maldad no existe naturalmente; son seres instintivos y sus instintos no conducen al beneficio de otros sino al de ellos mismos. En ellos Dios/la razón, no tiene la fuerza necesaria para suprimir a esa maligna entidad natural que son los instintos, esos demonios con los que todo ser vivo nace y que, cuando se salen de control, le llevan a cometer distintas atrocidades tan placenteras que tienden a repetirse.
Conclusión
La conducta malvada proviene de los “malos sentimientos”, ellos no son otra cosa que instintos que salen a flote cuando no logran ser controlados por la razón. Humanos y otros animales tienen esos instintos, la diferencia es que en el humano existe una razón/Dios, que los reprime en beneficio de otros mientras que en los animales, niños y enfermos mentales esa razón no existe igual.
Tomando en cuenta entonces a la maldad como aquellos “malos sentimientos” y a aquellos “malos sentimientos” como instintos, el ser humano es un ser naturalmente malvado, que nace con una fuerte tendencia al mal, al caos, a la destrucción de los demás cuando busca su propio placer o beneficio. La vida está repleta de demonios y es la razón la que ha logrado tranquilizarlos.
Pero la razón no es natural, no se nace con ella, es aprendida, forzada. El ser humano está obligado a la bondad para formar parte de un grupo social, debe rechazar sus deseos más básicos para ser aceptado por todos aquellos que también hicieron lo mismo. El ser humano es predominantemente malo, es un demonio dentro de una jaula creada por la razón, una jaula que en ocasiones se rompe.
Lo leí todo y opino que es verdad y que nuestra avanzada civilización es lo que nos diferencia de los animales (avanzada en comparación a las de ellos claro, luego pueden salir alienígenas que nos dejen al nivel del lodo, pero ese es otro tema) ya que gracias a ella tanto la razón como los conocimientos son heredados, se refinan y llega el momento en que esto abre las puertas a tantos otros conocimientos.
Lo único que necesita la sociedad es refinarse para que, al igual que paso con la ciencia, se abra el camino, pero la misma naturaleza del ser humano amenaza con destruirlo y, debido al estado actual de nuestra sociedad, solo se necesitaría de unos pocos que se dejen llevar por sus perjudiciales sentimientos y/o su falta de razón para que nos arrastren a todos al desastre (aunque no hay pocos, la verdad).
¿Cuál sería el estado ideal del ser humano? Seguramente irnos al extremo del bien, el mal o la lógica sería perjudicial para algún aspecto de la civilización (como se ha explorado en incontables obras). Siempre he pensado que encontrar un equilibrio entre estos tres es lo ideal. Lo difícil de esto es cuando intentan definir que es el bien y el mal o mejor dicho ajustar la naturaleza a la civilización o incluso a una determinada forma de pensar, cosa imposible porque la naturaleza no es buena ni mala solo es lo que es, pero los humanos no podemos permitirnos ser solo lo que somos, no llegados al punto en el que estamos, debemos definir qué es lo que está bien y lo que está mal y buscar el equilibrio.
Decía Sócrates que la maldad es el desconocimiento del bien, que sólo obra mal quien no conoce, quien ognora la capacidad de la bondad.
Mientras terminaba este texto (que entregué en la escuela para mi clase de ética), vi que a eso se refería Sócrates; la maldad (considerando que no existe naturalmente) proviene de la ignorancia, de ser natural, al momento de cultivarse, de aprender, de volverse inteligente, es que uno obra adecuadamente, obra bien.
Así es que digo, la maldad es humanamente el estado cercano a lo natural, a más cercanía con la naturaleza humana más tendiente sería a conductas consideradas malvadas.