Doom volvió del infierno en 2016 para redefinir al género de los FPS con su acción incesante y sensación de poder. En 2020 Doom Eternal regresa con básicamente la misma fórmula pero con niveles nuevos y unos pocos añadidos. Ambos juegos recibieron críticas excelentes en su lanzamiento, incluso llegaron a obtener la distinción de: “El mejor FPS”. La realidad es que…
Están un poquitín sobrevalorados.
Cuando se anunció Doom 2016 y mostraron las primeras escenas de gameplay, de inmediato muchísimos medios especializados hicieron eco y personas aficionadas al género lo catapultaron como un juegazo que se aproximaba. A mí no me llamó mucho la atención, siendo yo un fan de juegos más tácticos y metódicos, como Hitman, Deus Ex, Fallout, juegos más de precisión en movimientos específicos y de menos acción trepidante, no lo consideré como un juego que yo fuese a jugar; más aún, jamás había terminado un Doom, sólo jugué la versión de Snes y, aunque avancé, jamás pude finalizar Inferno.

Fue en algún momento de 2017 que pude jugar Doom 2016, lo obtuve a un muy buen precio y como tanto hablaban bien del juego le di la oportunidad. Sí era algo difícil, sí batallé por el nivel de acción… pero me la pasé muy bien; Doom 2016 sacaba a mi bestia interior, amé destrozar demonios con mis armas y hacerlos pagar las consecuencias de meterse en mi camino. Terminé el juego contento y con ganas de más destrucción. Doom me hacía sentir como mi personaje Gotnov, de El Programa GAMER y Belial, un “badass” que se fregaba a quien fuera.
Con el antecedente y buen sabor de boca que me dejó Doom 2016, ahora sí esperaba Doom Eternal, deseaba más de la acción del primer juego y… Sí, son muy similares ambos, Tanto que he decidido englobar ambos en este artículo de opinión puesto que pienso que en los dos aplican los mismos comentarios.

Los dos son muy buenos juegos y casi se salvan de estar sobrevalorados… CASI.
Verás, ambos Doom tienen muchas cosas a su favor, gráficos, sensación de movilidad; pero ambos destacan sobre otros juegos FPS no por eso, sino por sus monstruos.
Así es, ambos Doom son especiales no por las armas (aunque éstas sí juegan mucho y verás por qué) ni por el escenario, tampoco por Doom Guy, son especiales por los monstruos que enfrentas; ellos son los que hacen ambos juegos.

Me explico: En la mayoría de los FPS que puedes jugar sigues ciertas reglas: Cúbrete, dispara a la cabeza, repite; es un sistema que sirve bien y que utilizas sin importar al enemigo que tengas enfrente. No importa si es Borderlands, Call of Duty o Bioshock, sólo saca tu mejor arma y dispara a lo que tienes enfrente mientras buscas que no te maten.
Pero Doom no es así, en ambos Doom los enemigos son los que te hacen jugar de uno u otro modo, dependiendo al tipo de demonio que tienes en frente es que adaptas tu estilo de juego y seleccionas el arma apropiada.
Mientras que muchos FPS te avientan “grunts” genéricos a los que sólo disparas, en los Doom cada enemigo es un acertijo en sí mismo. Ellos atacan de una manera distinta, se mueven de formas completamente diferentes y eso hace que debas adaptarte. En otro FPS un rifle de francotirador puede llevarte lejos, en Doom hay enemigos con los que eso no va a funcionar.

Similar a como es pelear contra un jefe en cualquier juego clásico, en que cada jefe tiene puntos débiles y patrones; en los Doom cada enfrentamiento es como si fuese un jefe. Los demonios todos se mueven de una forma y debes emplear estrategias especiales para cada uno. Es la mezcla de los enemigos lo que dicta tu sistema de juego, no tú; si enfrentas un Cacodemon, un Pinky y un Baron of Hell es diferente a enfrentar a un Hellknight, un Imp y un Arachnatron; cada mezcla de monstruos que el juego te arroja te dice cómo moverte y qué hacer.
Al igual que en los clásicos Megaman, en los que ciertas armas dañaban más a ciertos enemigos, en Doom (al menos en Eternal), no todas las armas son igualmente efectivas, incluso a ser, en teoría, más poderosas. Ciertas armas logran daño especial a ciertos enemigos con lo que necesitas cambiar frecuentemente de armas para explotar sus puntos débiles.

Hablando de eso, es de las diferencias que hace Doom Eternal respecto a Doom 2016; en el más reciente, algunos de los demonios tienen puntos débiles especiales con los que casi puedes eliminarlos de uno o dos disparos; reconocer esos puntos débiles y destruirlos modifica el comportamiento de esos enemigos (generalmente para bien), y te permite dosificar tu combate en aquellos más peligrosos.
Porque eso son ambos Doom, un baile mortal contra decenas de demonios a la vez, de entre los que debes elegir (en fracciones de segundos) qué arma usar contra quién, a quiénes dejar para después. Esa elección depende únicamente del jugador y sus habilidades: ¿te vas primero por los grandes o los dejas para después y abres espacio acabando con los más pequeños? Pero hay un detalle.

En ambos Doom la energía, municiones y armadura la obtienes de enemigos, acabarlos de cierta forma es lo que te otorga más recursos; por ello es necesario que no veas a los enemigos pequeños como enemigos sino como recursos con patas. Dejarlos libres un rato hasta que los necesites se convierte en la estrategia básica.
La diferencia entre ambos juegos es minúscula, Doom Eternal cuenta ahora con un lanzallamas para obtener armadura (no recuerdo si antes también se obtenía de los enemigos) y pues básicamente es todo. A cambio siento que las habilidades desbloqueables en Doom Eternal son menos útiles. Recuerdo sentirme invencible al final de Doom 2016 mientras que en Eternal, los “buffs” son menos estimulantes y mucho más condicionados a momentos específicos.
Con todo esto dirás: ¿En qué está sobrevaluado? Y es divertidísimo, matar monstruos y explorar se vuelve una obsesión, y con una movilidad tan sabrosa como la de Doom Guy realmente quieres más; pero ¿mejor FPS de la historia?

Es ahí donde digo que ambos juegos están un poquitín sobrevalorados. Sí, jugar la campaña es fantástico, a nivel tiroteo; pero el juego está muy casado con el combate ofensivo y prácticamente es imposible jugarlo de un modo diferente a como se planificó. En ambos Doom DEBES matar y matar, la estrategia sólo es cuál arma usar y a quién matar primero; no hay múltiples caminos para llegar al mismo objetivo y no hay diferentes formas de jugar.
Si hablamos únicamente de disparar, sí, puedo ver que Doom 2016 y Doom Eternal pudieran ser lo mejor que existe; pero mi afición a los videojuegos es más a lo táctico, a planificar mis movimientos con calma; por eso amo juegos como Deus Ex, Splinter Cell y Hitman, porque me permiten encontrar soluciones y armar mi propio estilo de juego, mientras que estos Doom me obligar a jugarlos a su modo.

Otro detalle que, en mi opinión, le resta puntos a Eternal respecto a 2016 son las armas, son las mismas en mayor medida, con básicamente las mismas modificaciones; entiendo que tratan de retomar las armas clásicas de Doom, en 2016 eso estuvo bien pero en la secuela el tener exactamente las mismas armas resulta poco interesante y nada sorpresivo puesto que te hace jugar igual que antes.


Están geniales, eso no lo dudes, ambos son juegos de 9 de calificación según mi escala, por eso cuando digo que están sobrevalorados es sólo “un poquitín”, lo sobrevalorado sólo es en respecto a decir que son lo mejor que hay en FPS (me gusta más el Bioshock original y Battlefield en línea me parece más divertido a largo plazo).
Así que no te abrontosauries viejo, estos dos Doom no son nada malos, son fabulosos, lo sobrevalorado es chiquito, minúsculo, pero a fin de cuentas así lo pienso.
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