Celebrando el lanzamiento de mi nueva novela, Belial, la cual toma como inspiración a algunas personas que conocí durante mi infancia y adolescencia, quienes hicieron mi vida de cuadritos, es hora de recordar a esos niños/jóvenes que eran unos expertos en el arte de andar chingando.
Antes de comenzar hay que determinar lo que es el bullying, y mi definición es distinta de la que vas a encontrar en otros lados, mi definición viene de la experiencia, de mi sentir y de lo que percibí de quienes me bulleaban.
Detrás de todo lo que hacemos hay una motivación, una que impulsa todo lo que hacemos y que es el sustento de nuestra felicidad: el poder. El poder es la cualidad que nos permite satisfacer nuestros deseos, su presencia y ausencia son lo que enmarca nuestra vida, nuestras frustraciones y nuestra resiliencia.
El poder necesita reafirmarse mediante pruebas que demuestran que “podemos”, desde correr más rápido, ser más fuerte o más listo. En la escuela es donde nos encontramos por primera vez con la oportunidad de probar nuestro poder contra otros iguales a nosotros, por eso se da el bullying.

Es en la escuela cuando el niño busca sentir el poder del que carece en casa, cuando está ante la presencia de seres de autoridad como sus padres; en la escuela es capaz de utilizar sus propios recursos para ejercer poder y, al menos en ese sitio, no estar en la parte más baja de la jerarquía.
El bully por medio de su fuerza física e intimidación cumple su deseo de no ser sometido y de manifestar su poder por encima de otros; el bulleado, por otro lado, ve su poder reducido, su autoestima lastimada y su nivel jerárquico se encuentra dentro de los más bajos de la organización que es la escuela.
Ello tiene efectos permanentes, que con esfuerzo he logrado sobrellevar y mejorar, en gran parte reconociendo el poder como el eje rector de nuestra conducta.
Ahora dejemos lo teórico y vamos a la parte anecdótica, que es lo que de verdad te gusta leer,mi vida en Monterrey y conocer a mis bullys. Algunos de ellos no eran realmente malos, sólo eran niños que se divertían; mientras que otros variaban de patanes hasta satánicos. Como siempre trataré de conseguir alguna foto de ser posible.
Eloy

El primer niño famoso por partir madres que recuerdo era Eloi, un compañero de primero de primaria que también habrá estado en algún otro salón conmigo durante los seis años que hice en la Escuela Primaria Daniel Urencio Ramírez, en Monterrey.
Eloy era un niño flaquito y rubio que, por alguna razón, se le creía que era re-bueno para los putazos, sin embargo yo nunca lo vi pelear y supongo que su fama venía de su parecido con Johny Lawrence de Karate Kid.

En pláticas que llegué a tener con Luis respecto a los bullys (un tema muy usual entre nosotros), él siempre comentaba que siempre quiso pelearse con él debido a esa fama que se cargaba, sin embargo tampoco pudo verlo pelear por lo que esa magia bulleadora de Eloy quedó por siempre envuelta en el misterio.
Siendo realista Eloy realmente nunca me bulleó y es más la impresión que dejó en mí por su fama que su acción directa. Su presencia continua al ser inspiración de uno de los antagonistas de Gotnov en Belial, fácil podrás ubicarlo.
Pulga

Mientras que Eloy era Johny Lawrence, Pulga era Nelson Muntz antes de la existencia de Nelson, era idéntico, gordo, torpe, pelo castaño y burlón. Pulga (quien no recuerdo su nombre) creo que lo conocí en tercero de primaria y era el niño rompemadres del salón, con quien nadie se metía; Luis decía recordarlo por lo que quizá habrá estado conmigo en primero o segundo también, pero mis recuerdos de pulga son ya en tercero donde era una máquina de chingar.
Juan de Dios
No recuerdo si en tercero o cuarto de primaria (aunque seguro sí en quinto), Juan de Dios fue compañero mío en la escuela ya mencionada. Este niño era chaparrito, moreno y de extracción humilde, pero broncudo como pocos; llamaba la atención en especial por su nombre, de Dios, y muchos decíamos que era mejor que se llamara Juan del Diablo (esto antes de la novela Corazón Salvaje).

Juan de Dios me bulleaba poco pero gracias a su nombre se quedó grabado en mi memoria, a eso y a un evento en quinto de primaria; verás, en 1991, cuando estaba en quinto, la lucha libre se estaba volviendo muy popular en mi escuela y a veces los niños nos juntábamos a jugar luchitas, en una extraña ocasión yo participé y entre la rebambaramba (frase de El Perro Bermúdez) me tocó enfrentar a Juan de Dios, a quien le gané con una llave de a caballo, sus gritos diciendo “me rindo, me rindo” jamás los olvidaré, es uno de los pocos momentos en que sentí poder en mi infancia.
Walter

Mi enemigo, Walter era el niño que más me jodió durante la primaria. Lo conocí en 4to de primaria; era un chavito flaquito, de cabeza pequeña, tanto que le llamaban “el cabecilla de la banda”. Era broncudo y peleonero pero eso no fue lo peor.
En mi escuela teníamos maestras muy poco previsoras, la que tuve en 4to era la maestra Cande, y en alguna ocasión decidió revolver a los niños para que “socialicen”, y se le antojó poner al nerd del salón (yo) al lado de este niño problema (en el pasado Cande, que me dio clases en primero, tuvo éxito al ponerme junto a Luis así que quizá pensó volvería a funcionar); las cosas no salieron bien y el mentado Walter trataba de tocarme mientras estábamos sentados, yo sólo me quitaba y él volvía a intentar, incluso se sacó el nepe al lado mío, por lo que le dije a mi mamá y ya por fin me cambiaron de lugar.
Walter dejó de molestarme con el tiempo e incluso fue compañero mío en secundaria, donde únicamente nos saludábamos de lejos; alguna ocasión en esa época llegó con el labio reventado, le pregunté lo que le había pasado pero sólo respondió: “me descontaron”, no supe qué habrá sido de él.
Batibomba

Todavía en primaria, especialmente en sexto año, conocí a este niño del que no recuerdo nombre pero me acuerdo muy bien de su apodo; le decían batibomba (nunca supe por qué), era un niño gordo con cara como de Juan Gabriel (o sea se veía medio puñal) que solía ser verbalmente molesto hacia mí.
El evento más significativo quizá me lo merecía, estábamos sentados varios niños bajo unas escaleras y algo he de haber dicho (posiblemente porque me estaba molestando), que lo hizo levantarse, ir hacia donde yo estaba y patearme en las piernas varias veces, claro que yo me fui llorando y le dije a mi mamá, ella después habló con batibomba y ya no me volvió a molestar, incluso se acuerda bien de él.
El otro evento fue que me lo encontré una vez en la playa, quizá al terminar sexto de primaria, en el período vacacional, simplemente nos saludamos y eso fue todo.
Hasta el momento, con excepción quizá de Walter, todos estos niños eran bullys de poca malicia, a quienes saludaría gustoso de topármelos nuevamente; sin embargo en secundaria llegó el verdadero infierno.
Pichardo
El primer bully que recuerdo, en primero se secundaria, era Pichardo, hasta el apellido tenía de bully ese sujeto; era un chavo más alto y fuerte que la mayoría de mis compañeros, quizá habrá repetido año. Era delgado, un poco fornido y tenía el cabello negro que se peinaba hacia atrás, así como una voz agudísima.
Era burlón y molestaba todo el tiempo, alguna ocasión se puso a hacer lagartijas en medio del salón mientras gritaba: “¡Sexo, Sexo, Sexo!” En lo referente a mí recuerdo muy bien cuando, quizá tras haber sido suspendido, puesto que no lo vi por días, yo estaba sentado, dando la espalda a la ventana, y este sujeto llegó por detrás (afuera del salón) y me agarró a dar zapes desde afuera de la ventana; él no llevaba el uniforme así que supongo ya estaba expulsado, no completó el primer año, pero sí lo hizo su amigo:
José Luis
Este sujeto era el achichincle de Pichardo, era un niño alto, delgado, de pelo chino casi rubio y labios muy gruesos; le hacía segunda a su jefe y era algo así como un henchmen.
De lo que me hacía, lo que más recuerdo era que me decía “cachetón” y simplemente se iba, yo al principio me enojaba pero después dejé de prestarle atención y se aburrió.
Sin embargo hay una anécdota agradable con José Luis; este cuate sí acabó la secundaria conmigo y las últimas palabras que me dijo se me quedaron muy grabadas, me dijo algo así como: “Aunque sé que te molestaba, yo sé que vas a ser un chingón”.
A José Luis no lo volví a ver pero es uno de los raros casos donde me daría gusto volver a saber de él, eso último que me dijo realmente se quedó conmigo, aún sigo a la espera de cumplirlo.
Mumra
Un sujeto que era candidato a ser el primer multihomicida escolar de Monterrey, aunque no recuerdo su nombre sí que recuerdo su apodo, Mumra, tampoco supe por qué le llamaban así.
Mumra era un niño alto, fornido, rubio y de cabello chino, que además era un completo solitario. Fue compañero mío en primero de secundaria y era de los marginados (como pues… yo), en algún momento la maestra mandó formar equipos y ni yo ni Mumra teníamos, por lo que acabamos formando equipo.
Aunque nunca fue un bully hacia mí, era agresivo hacia todos, una especie de monstruo que respondía agresivo a cualquier provocación, sin embargo también era nerd, me lo encontraba en las convenciones, en las tiendas y jugando Magic, gustaba de los videojuegos y del ánime e incluso era conocido de Luis (pero no amigos).
Mumra sólo era amenazante hacia mí pero no me agredía realmente, sólo algunas veces era burlón. Sin embargo fue protagonista de dos eventos violentos en mi secundaria, uno de ellos cuando se cayó del barandal del segundo piso y… ¡no le pasó nada! Sólo se levantó y regresó a hacer lo que hacía. El otro fue cuando le enterró unas tijeras bajo la mandíbula a un compañero que era el gigantón de la escuela; aunque no lo creas no lo expulsaron.
Ambos eventos fungieron de inspiración para algunas experiencias de Gotnov en Belial, sin embargo Mumra en sí no tiene relación con el personaje y esos dos eventos, así como su conducta amenazante, en lo único que llegó a mi más reciente libro.
Mario

Este chavo brincaba entre las delgadas líneas de amigo y bully hacia mí; creo que fue compañero mío en primaria pero comencé a tratarlo en secundaria, específicamente en segundo. Era un niño muy moreno, de cara alargada y labios gruesos, a quien le apodaban “caballo”, quizá por lo dientón; recuerdo muy bien su voz ronca.
Mario vivía cerca de mi casa y algunas veces me lo llegué a topar por la colonia, generalmente era amable conmigo pero también podía ser burlista y tosco, aunque en él no creo que hubiera mala intención.
Mario aparece en Belial en un papel relativamente agradable que destaca por su color de piel en una tierra de blanquitos.
Tocaba la guitarra y fue por él y por otro chavo (que es el próximo) que conocí el heavy metal, música que aún escucho. Sin embargo gran parte de su grado de bully venía por la influencia de ese otro niño:
Valadez

Otro con apellido de bully, Valadez era un chavo chaparro, narizón, con facciones como de rata, que decía ser satánico. Al igual que Mario, Valadez brincaba entre amigo y bully hacia mí, lo cual era realmente extraño, a veces era muy amable, incluso llegué a ir a su casa y él llegó a ir a la mía y comer en casa, frecuentemente prometía que ya no me iba a molestar, sin embargo no lo cumplía.
Cuando era bully, si bien no era físicamente agresivo hacia mí, sí era muy desagradable, me arrojaba insectos muertos, me escondía la mochila, alguna vez sacó una navaja y la arrojó a clavarse en el suelo entre mis pies, también me ofreció un polvo blanco que pudiera o no ser cocaína.
Valadez tocaba la guitarra y fue otro de los que me mostró lo que es el heavy metal, algo en lo que él estaba muy involucrado. Al finalizar la secundaria no volví a verlo pero cuando me llegué a topar a Mario él me contó que Valadez se había vuelto drogadicto. Al ser el gran stalker que soy he encontrado a este sujeto y llegué a ver que se tatuó un pentagrama invertido, sin embargo fuera de eso no hay nada que indique que su vida siga siendo tan tormentosa.
Por su variación entre amigo y enemigo Valadez sería alguien a quien me llamaría la atención volver a saludar. Aparece en Belial como uno de los primeros antagonistas de Gotnov.
Valadez era molesto y decía ser satánico, incluso mató algunos gatos en el parque al lado de la secundaria (evento retratado en Belial), pero gran parte de eso era por la influencia del siguiente individuo:
Alejandro

A diferencia de los anteriores, este sujeto nunca fue compañero de salón mío, por suerte siempre estuvo en otro lado aunque lamentablemente en la misma escuela. Alejandro no era un sujeto imponente físicamente, era como de mi estatura, sin gran fuerza y posiblemente no hubiera podido bullear a mucha gente.
Sin embargo era verdaderamente molesto, este chavito era rubio y hablaba como si tuviera una papa dentro de la boca (no dudo que antes sufriera bullying), gustaba del heavy metal y, según Valadez, había sido él quien lo introdujo a esta música y al uso de la guitarra.
Alejandro decía ser satánico, en palabras de Valadez y de Mario, éste era el más “hardcore” de los tres. Yo nunca lo vi hacer nada satánico pero él llegó a decir que se iría al infierno al morir, una vez dijo al molestarme “me gusta hacer el mal”.
Proporcionalmente no era un bullying muy intenso (en parte por no estar nunca en el mismo salón). Una vez en el parque de al lado se la pasó aventándome tierra a un lado (junto a Valadez y a Mario), y pues yo tontamente no me defendí. Me llegó a escupir era principalmente molesto verbalmente.
Una vez se bajó los pantalones en el salón y mostró sus miserias a unas compañeras que ahí pasaban.
Sin embargo físicamente nunca me agredió a golpes ni nada similar y su bullying fue más una especie de intimidación psicológica en la que, parecido a Eloy, era más lo que se decía de él que lo que llegué a ver.
Alejandro es la inspiración para Alexey Domé en Belial, uno de los principales antagonistas; de él viene el nombre, la apariencia poco amenazante y la idea que siempre se me figuró de que él era el líder de los otros niños que me molestaban, quienes sólo buscaban agradarle a este sujeto.
Algo curioso era que su mejor amigo era un ex compañero de la primaria llamado José Roberto , quien siempre fue un chavo tranquilo y de hecho el más listo de la escuela. Éste no me molestaba, nunca fue desagradable hacia mí, sin embargo se la pasaban juntos y me daba la impresión de ser su segundo al mando, es la inspiración de Kantus en Belial.

Afortunadamente al terminar la secundaria no volví a ver a ninguno de esos pero me topé con alguien igual de desagradable.
Israel

En la Preparatoria 15 Florida tuve de compañero a este sujeto (evidentemente todos los aquí mencionados deben ser de mi edad o rondándola). Él era un chavo que recuerdo pelirrojo aunque quizá sólo sea castaño, de nariz redonda, cachetón y barba partida; tenía toda la pinta de un bully al verlo, físicamente algo fornido aunque no muy alto.
Inicialmente no tenía una mala relación con él e incluso llegamos a platicar algunas veces; este tipo era parte del grupito de los “rebeldes” del salón, que eran unos cuatro en total. Yo era muy, muy, MUY tímido, lo asocio al bullying que sufrí en secundaria que me dejó realmente marcado, por ello me quedaba cayado todo el tiempo, no hablaba con nadie y no tenía amigos; tampoco podía concentrarme en clases, ese período escolar fue el peor para mí.
En algún momento este sujeto comenzó a decirme que peleáramos, a portarse amenazante; como hasta ese entonces no nos llevábamos mal, no me bulleaba e incluso platicábamos más o menos bien, yo lo tomaba a broma y le respondía de ese modo “ahorita no, gracias”. Repitió ese discurso algunas veces y yo respondía de la misma forma; por el antecedente no pensaba que realmente fuera a más aunque en retrospectiva sé que no fue la mejor respuesta, sin embargo era lo único que pensé que podía hacer para no verme tan indefenso.
Una vez, en el salón, me lanzó dos golpes al rostro mientras yo estaba distraído, honestamente apenas los sentí, algo le habré respondido y volví a lo mío, a perderme en mi imaginación durante clases, aprendiendo cero en ese lapso. Israel no hizo nada más y eso cimentó la idea que tenía de que este sujeto sólo bromeaba.
No sé qué día ni cuánto tiempo habrá pasado desde la contada agresión, que volvíamos del descanso a clases, yo buscaba una silla que había tomado en los brazos y la llevaba a mi lugar cuando Israel llega corriendo hacia mí, salta con una patada que me da en el estómago y con eso me empuja, luego se acerca y comienza a golpearme al rostro.
Yo no hice NADA, ¡NADA! Puro “faceblock”, recibí tres o cuatro golpes directos que mandaron a volar mis lentes y me reventaron el labio; le detuve los brazos y le pedí que le parara, aún me golpeó un par de veces más hasta que se detuvo y me dejó ir al baño a limpiarme.
Cabe mencionar que el salón estaba repleto, nadie me ayudó y todos presenciaron ese momento.
Lloré de rabia en el baño mientras escupía sangre y revisaba mis golpes; al salir ahí estaba Israel, diciéndome que diera gracias que no me había dejado peor, que a otros los había dejado peor que a mí, me pidió disculpas por haberme golpeado pero también me dijo que le caía mal y que no le volviera a dirigir la palabra. Casi no le respondí y me fui a mi casa sin entrar a clases, tomando el camión con la cara completamente hinchada y sangrante.
Llegué a mi casa y no había nadie, por lo que fui a casa de mi abuela, que vivía a una cuadra, y dije la clásica de: “me caí”; debí añadir “sobre un puño, como seis veces”.
Al día siguiente no fui a la escuela y a los pocos días Israel fue expulsado de ahí. Yo al poco tiempo dejé de entrar a clases (de todos modos no aprendía nada) y me junté con los nerds que jugaban Magic afuera de la escuela, con lo que el resto del ciclo escolar transcurrió de una forma a la que incluso le tengo nostalgia pues me pasaba toda la mañana en el Magic.
A Israel me lo volví a topar en el segundo año de la carrera de psicología en el CEU (en mi primer período, ello en el 2001, antes de salirme para mudarme a Saltillo), él apenas ingresaba mientras que yo ya iba avanzado. La primera vez sólo lo vi de lejos mientras él hablaba con una compañera, en otra ocasión me lo topé en el camión y sólo me sonrió al pasar. Después de eso no volví a verlo.
Por ser el único que me golpeó, a Israel le tengo un coraje especial, él fue la inspiración para Izraíl en Belial, y si lees la novela sabrás que lo hice un personaje verdaderamente detestable (igual que a Domé).
Tras Israel debo admitir que el bullying terminó, ni en psicología ni en diseño gráfico me topé con la misma situación, quizá en parte por la edad y, por otro lado, a que en diseño gráfico mi grupo de amigos era el más numeroso y éramos los más altos (yo, con 1.80, el más bajo de los más altos) por lo que no nos topamos con mucha resistencia más que algunos comentarios que tomábamos con humor acerca de nuestra nerdés, uno me caía medio mal pero nada que ver con los anteriores que he mencionado en este “Creciendo Regio” que también es publicidad para Belial, disponible en formato físico y digital en Amazon.
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Que lleva a alguien a no mover un dedo cuando las agresiones pasan al plano físico? Me llama la atencion que varias veces pusiste que ibas llorando con tu mama a quejarte de esos cabrones. Tienes una mama muy sobreprotectora supongo, tu papa no te aconsejaba defenderte o algo así?
La secundaria es bien dificil, yo recuerdo que la peor etapa en que sufri bulleo fue en esa, en la prepa me sucedio eso de que el grupito de desmadrosos ya me querian agarrar de botana y antes de que eso sucediera apliqué la de dejar de entrar a clases, perdí 1 semestre entero hasta que mi papá me cachó escapandome de la escuela. Ya despues de eso me cambié de escuela y me propuse dejar que el miedo y la timidez me dominaran, hasta ese momento mejoraron las cosas.
El comentario de irme llorando con mi mamá ocurrió una ocasión únicamente, en sexto año.
Respecto a la pregunta de que lleva a no mover un dedo cuando las agresiones pasan al plano físico, la respuesta es el miedo, miedo a que la consecuencia sea peor, ya sea física, ya sea social, quizá el bully es más fuerte, quizá me expulsan de la escuela. El miedo es la razón por la que la víctima de violencia muchas veces no actúa.
En el tiempo en que ocurren los sucesos que cuentas, al bulling le decían «echar carro». O «echar carrilla». A propósito, te recomiendo no usar la llave de a caballo en algún libro futuro, no te vaya a demandar el Hijo de la leyenda, ni su nombre puedo mencionar.
Fue agradable volver a leer un Creciendo Regio.
Recuerdo un día recien entrando a la secundaria, el primer o segundo día tal vez, el que iba a ser el bully del salón empezó a hacer su recorrido molestando a todos. Hasta que llegó conmigo, me empujó y me dijo el clasico: «Qué??… Qué??!!»,afortunadamente, aunque siempre he sido nerd, timido y tranquilo, nunca le he tenido miedo a los bullys, algo ayudará que siempre he sido de los altos y de complexión mas bien fuerte. Asi que me paré y le devolví el «Que??!!», jajaja. Yo era un poco mas alto que él, nos quedamos viendo unos segundos y de pronto solo sonrió y asintió con la cabeza, supongo que pasé la prueba, por que después de ese dia y por los siguientes tres años, jamás volvío a molestarme a pesar de que era el mas odioso de la escuela … Hasta que un alumno de color, al que buleaban por su color de piel, lo mandó al hospital para reconstruirle la nariz y la mandibula después de que lo hizo mierda en una pelea.. la verdad se lo tenia bien merecido. Después de eso ya solo fue una sombra los meses que restaban de secundaria… no he vuelto a saber de él